CABELLO DE ÁNGEL

INGREDIENTES:

• calabaza de cidra
• azúcar

ELABORACIÓN:

Cortamos la calabaza en trozos y la despepitamos. Ponemos los trozos en un recipiente con agua hasta cubrir y ponemos a cocer. El tiempo de cocción será el adecuado para que la carne de la calabaza se pueda desprender en hebras con un tenedor.

Cuando estén listas escurrimos el agua y descarnamos (peinamos) todos los trozos de calabaza. Rasparemos con un tenedor suavemente aprovechando toda la carne hasta llegar a la cáscara de la calabaza.

Una vez realizada esta laboriosa tarea, llevamos a pesar el producto.

Ingresamos la carne en una cazuela y añadimos la misma cantidad de azúcar. Llevamos esta mezcla a punto de caramelo (a fuego muy lento).

Es conveniente que no esté muy caramelizado para que al enfriar no se nos quede duro y podamos trabajarlo.

ENVASADO:
Esterilizamos los tarros de cristal hirviéndolos sin las tapas en agua limpia durante 30 minutos. Las tapas se esterilizan de igual modo pero separadas de los botes (descartaremos aquellas tapas que estén defectuosas o con arañazos en su parte interior).

Una vez esterilizados los frascos, se llenan éstos con el cabello de ángel (o cualquier otro tipo de producto para embotar...). Conviene ir rellenando los botes con el producto no muy caliente o templado y poco a poco, para evitar que se formen bolsas de aire y que pueda estallar el cristal. Hay que llenar los tarros justo hasta el borde y limpiarlo bien para que las tapas ajusten de forma adecuada.

Una vez llenos los tarros, se cierran con las tapas esterilizadas en caliente. Ya cerrados los botes herméticamente hay que esterilizarlos de nuevo en una cazuela con agua hirviendo. El agua debe cubrir 2 centímetros por encima de las tapas cerradas de los tarros. El tiempo de esterilización es de 20 minutos como mínimo y de 30 minutos como máximo.

El paso siguiente es dejar enfriar los botes en la misma cazuela ya fuera del fuego.

Una vez estén fríos se deben de etiquetar poniendo la fecha de envasado y el tipo de producto.

Por último, para almacenar perfectamente las conservas, conviene mantenerlas en un sitio fresco, seco y protegido de la luz.